La Festa de la Mercè en el marco de la reforma a la Ley de Extranjería

Posted on 6 octubre, 2009. Filed under: Invitados | Etiquetas: , , |

Por Pedro Elizalde Monteagudo / Barcelona, España.

La Festa de la Mercè

En el siglo XVII, la ciudad de Barcelona sufrió una plaga de langostas. Los ciudadanos invocaron la ayuda de la virgen de la Mercè para que los protegiera de esta catástrofe. La plaga desapareció y el consejo de la ciudad la nombró patrona de Barcelona. Desde la ratificación del nombramiento por parte del Papa Pío IX, en 1687, los barceloneses festejan a la virgen de la Mercè en el mes de septiembre.

Este año, la Festa de la Mercé se realizó del 23 al 26 de septiembre. En diversos barrios de Barcelona se llevaron a cabo espectáculos públicos para mostrar las tradiciones de la ciudad, como son los Gegants, los Castellers y los Joc del Correfoc.

Además de las tradiciones locales, las últimas ediciones de la Mercè han incorporado actividades culturales de varias partes del mundo. En esta ocasión, el Parc de la Ciutadella albergó el festival de Asía. Asimismo, los organizadores del festival designaron como ciudad invitada a Estambul.

La reforma a la Ley de Extranjería

Mientras se realizaba la Festa de la Mercè, en el congreso español se debatió la reforma a la Ley de extranjería, la cuarta en ocho años. Las enmiendas más controvertidas son las siguientes: 

  • Se modifican los requisitos para solicitar la reagrupación familiar de ascendiente, la cual debe ser requerida por un inmigrante que cuente con un permiso de residencia de larga duración, los familiares ascendientes a reagrupar deben ser mayores de 65 años y han de existir motivos que justifiquen la reagrupación.
  • Se aumenta el plazo de retención de los inmigrantes “sin papeles” en proceso de expulsión, de 40 a 60 días.
  • Se sancionará de 501 a 10,000 euros, a las personas que empadronen en su casa a inmigrantes, cuando dicha vivienda no constituya el domicilio real del extranjero.
  • Se penalizará de 501 a 10,000 euros, a los empleadores de trabajadores cuya autorización no les habilite a laborar en esa ocupación o ámbito geográfico.
  • Se multará de 10,001 a 100,000 euros, a quienes contraten inmigrantes sin permiso de residencia y sin permiso de trabajo.

Esta reforma está motivada en fines políticos, sin tomar en cuenta la actual situación socioeconómica española. La crisis económica de España ha modificado los flujos migratorios, ya que millares de inmigrantes han retornado voluntariamente a su país de origen y otros no han dejado su país de origen por considerar que no hay fuentes de trabajo en España. Los siguientes datos muestran la nueva realidad migratoria española: 

  • Las reagrupaciones familiares han descendido.
  • La contratación en origen es casi nula, de enero a junio de 2009 se realizaron 8, de las 1380 que se prestaron en 2008 (El País, septiembre 2009)
  • La matrícula de escolares extranjeros ha descendido un 50% en los dos últimos años (El País, septiembre 2009).
  • 10,000 inmigrantes se han acogido al plan de retorno voluntario.
  • Muchos otros trabajadores han regresado a su país de origen sin ingresar a este plan de retorno, para no renunciar a los derechos adquiridos durante su estancia en España (El Mundo, septiembre 2009).

 Crear puentes en lugar de muros

 Una parte de la sociedad está realizando esfuerzos  para cimentar puentes entre los catalanes y “los nuevos catalanes”. La Festa de la Mercè es un ejemplo de las acciones para incorporar a los inmigrantes a la sociedad catalana. Los eventos del festival ayudan a que los catalanes entiendan la cultura de “los nuevos catalanes”. Asimismo, el incorporar nuevos barrios al programa, estimula a que muchas personas asistan a los lugares donde habitualmente no concurren, como es el caso de la Rambla del Raval.

Además de la Festa de la Mercé, quiero destacar otros dos trabajos encaminados a promover la convivencia e integración.

El primer trabajo es el programa de televisión titulado “els nous catalans”, transmitido por TVE. Este programa muestra, a través de reportajes y recetas de cocina, el proceso de integración por el que han pasado “los nuevos catalanes” y  cómo las costumbres de origen, de estos “nuevos catalanes”,  permean en los hábitos de los catalanes.

El segundo trabajo es la serie de dibujos animados llamada Asha, la cual es emitida por TV3 de Cataluña. La caricatura expone los acontecimientos que viven un grupo de amigos, integrado por niños de diversos orígenes (Ecuador, Senegal, India, etc.). Estos niños buscan cambiar las situaciones injustas que se viven en su barrio, a través de un superordenador. Así mismo, cada uno de los integrantes de la pandilla explica elementos de su cultura de origen. El escenario de sus aventuras es Barcelona.

Estos proyectos buscan eliminar los falsos mitos sobre los extranjeros y   mostrar al inmigrante como un elemento enriquecedor para la sociedad de acogida. Asimismo, estos trabajos exhiben los puntos de convergencia entre los catalanes y “los nuevos catalanes”, con el fin de construir puentes de convivencia y solidaridad entre ambos.

En contraposición, las enmiendas a la Ley de Extranjería erigen muros, en donde el inmigrante queda aislado. Toda vez que se criminaliza la solidaridad de la sociedad autóctona y se vulnera el derecho a vivir en familia del inmigrante. La actual política migratoria se basa en la visión del inmigrante como un medio de producción desechable.

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Lo dicen las estrellas

Posted on 1 May, 2009. Filed under: Eileen Truax -Los Ángeles | Etiquetas: , |

Eileen Truax/Los Ángeles

 

Las estrellas están alineadas. Sé que la figura ha sido utilizada una y otra vez, y que suena a retórica; pero no encuentro una mejor manera para decir que difícilmente las condiciones van a ser mejor de lo que son ahora.

Este es el año para que el Congreso de Estados Unidos apruebe una reforma migratoria integral que regularice la situación de 12 millones de inmigrantes indocumentados, y que al mismo tiempo les proporcione una alternativa para que puedan, en el mediano plazo, obtener la ciudadanía. Es el momento de, ya sea dentro de ese paquete o fuera de él, aprobar la iniciativa de ley DREAM Act, que se encuentra congelada en el propio Congreso, y que permitiría que cerca de 65 mil estudiantes indocumentados que cada año finalizan sus estudios de preparatoria pudieran acceder a la educación superior.

Por primera vez desde hace muchos años Estados Unidos tiene a un presidente que abiertamente ha expresado su apoyo al proceso de legalización de los migrantes que se encuentran en el país de manera irregular. Como la sola voluntad no basta, se requiere también de una mayoría demócrata en el Congreso: justa, pero la tenemos. Y no sólo eso: esta semana un senador republicano de apellido Specter, decidió pasarse a la bancada demócrata para inclinar con mayor contundencia la balanza; Specter ha manifestado su apoyo también.

Los grupos conservadores y antiinmigrantes, que normalmente “brincan” ante una iniciativa de este tipo, se encuentran debilitados. Tras el revés sufrido por el Partido Republicano en la elección de noviembre de 2008, el liderazgo ha tenido que revisar su relación con la comunidad latina, reconociendo que es por ahí por donde se han fugado algunos que en otros años acompañaron a la derecha –principalmente por motivos de afinidad religiosa y moral. El partido en ese sentido se encuentra dividido, y mientras los conservadores más recalcitrantes radicalizan sus posturas, autoridades dentro de este organismo, como el propio ex candidato John McCain, reconocen que es preciso solucionar el asunto de la migración indocumentada.

El reciente viaje de Barack Obama a México, y su disposición para dialogar con el gobierno de ese país en una relación que pretende eliminar el tono inquisitivo y condescendiente de otras épocas, abona para que un acuerdo migratorio en el que ambas partes asuman su responsabilidad aumente sus posibilidades de consolidarse. Algunas de las posiciones clave para el proceso dentro del gobierno han sido ocupadas por figuras estratégicas cuya postura en materia de inmigración ayuda: la secretaria de Estado, Hillary Clinton; la de Seguridad Interna, Janet Napolitano, y el procurador Eric Holder son algunos de ellos.

Por si lo anterior fuera poco, los resultados de un sondeo dado a conocer esta semana, realizado por el diario New York Times y la cadena CBS, indican que de mil estadounidenses cuestionados sobre si los inmigrantes indocumentados deberían recibir la oportunidad de quedarse en el país, y/o adquirir la ciudadanía, 44% respondió que ambas, 21% dijo que sólo debería dárseles un estatus legal temporal, y sólo 30% dijo que debería pedírseles abandonar el país para solicitar una visa. Los resultados muestran cerca de 6 puntos de diferencia a favor de los inmigrantes con respecto a una encuesta similar realizada hace dos años.

En otro frente, para algunos el argumento ideal para que no se discuta una iniciativa legislativa en materia de reforma migratoria es la actual crisis económica. Sin embargo ayer, durante su comparecencia en la primera de las audiencias sostenidas en el Senado para discutir el tema –sí, hasta en eso están brillando las estrellas-, el ex presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, fue claro: los inmigrantes indocumentados han constituido un activo para la economía del país y la ley debe ser modificada para que les sea permitido continuar trabajando de manera legal.

Este viernes 1 de mayo se registrarán 91 marchas y movilizaciones en 26 estados de Estados Unidos, en las cuales quienes conforman a la sociedad de este país, latinos y no latinos, inmigrantes y nativos, sin importar su situación legal, recordarán que existe una fuerza de trabajo que hace girar los engranes de la maquinaria; y que en los tiempos de crisis, es cuando más se depende de ella.

Ya se verá en los próximos meses si nos sigue acompañando la buena estrella.

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*Fotos: Eileen Truax

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Pequeños ciudadanos de dos clases

Posted on 24 abril, 2009. Filed under: Eileen Truax -Los Ángeles | Etiquetas: , , , |

Eileen Truax/Los Ángeles

 

Conmovedora, la imagen: los presidentes de Estados Unidos, Barack Obama, y de México, Felipe Calderón, caminaban por una alfombra roja en Los Pinos durante la visita del primero a México el pasado 16 de abril, mientras decenas de niños agitaban banderitas de ambos países y aplaudían, y saludaban al visitante.

Un poco más tarde, mientras Obama daba su discurso, se supo que los niños elegidos para presenciar la llegada del mandatario eran alumnos del Colegio Americano y del Westhill Institute, ambos en la Ciudad de México. Muchos de estos niños son nacidos en Estados Unidos o hijos de padres estadounidenses, por lo cual cuentan con esta ciudadanía. Durante el evento, los niños escucharon el Himno Nacional de Estados Unidos con la mano colocada sobre el pecho, como es la costumbre en este país.

Sin embargo otros niños, también estadounidenses, no tuvieron un sitio de honor durante la visita de Obama. Fueron aquellos que participan en el movimiento encabezado por la activista migrante Elvira Arellano, deportada en 2007, y su hijo Saúl, ciudadano estadounidense; niños y jóvenes en la misma situación, hijos de padres deportados, quienes realizaron una protesta frente a la Embajada de Estados Unidos en México mientras Obama visitaba Los Pinos. 

El grupo, conformado por integrantes de las organizaciones Familia Latina Unida sin Fronteras, Movimiento Migrante Centroamericano, y Nuestros Lazos de Sangre, entregó una carta dirigida a Obama en la cual los niños pidieron que, en nombre de la unidad familiar, cesen las redadas y las deportaciones en Estados Unidos mientras llega el momento de que el Congreso discuta una posible reforma legislativa en materia de inmigración, ofrecida por la propia Casa Blanca hace apenas unos días. 

Un reporte del Pew Hispanic Center dio a conocer a principio de este año que más de 112 mil padres de familia migrantes han sido deportados desde Estados Unidos hacia sus países de origen durante la última década, lo que ha dejado sin un padre, o sin los dos, a más de medio millón de niños estadounidenses.

De acuerdo con datos del Departamento de Seguridad Interna (DHS), 37% de estos padres de familia ya habían sido deportados alguna vez, pero habían reingresado al país ilegalmente para poder estar con sus hijos. Otro reporte, éste realizado en 2007 por The Urban Institute, indica que los niños cuyos padres han sido arrestados durante redadas en centros de trabajo, quedando abandonados en guarderías y escuelas, o al cuidado de familiares y amigos, presentan daños psicológicos y emocionales irreversibles.

El tema de los derechos de los niños nacidos en Estados Unidos a vivir en su nación en compañía de sus padres ha sido largamente debatido. En aras de mantener la unidad familiar, los grupos activistas han exigido que se instauren mecanismos que permitan a los padres indocumentados permanecer en el país, para que los niños que tienen el derecho a vivir en él por nacimiento, no queden fuera del núcleo familiar. Como respuesta, los grupos conservadores han impulsado medidas radicales en el sentido opuesto, buscando que se elimine el derecho a la ciudadanía estadounidense para los hijos de inmigrantes indocumentados nacidos en Estados Unidos.

Mientras los jaloneos políticos y legislativos siguen su curso, como lo han hecho durante años, estos chicos continúan siendo los afectados. Sus opciones son dos: o permanecer en el país que los vio nacer y crecer, el único que conocen, el que les puede brindar la estabilidad y seguridad a la cual tienen derecho, o renunciar a éste para ir a vivir al lado de sus padres en los países que los obligaron a migrar un día por la falta de oportunidades, y en los cuales, en la mayoría de las ocasiones, la situación es igual o peor que cuando decidieron abandonarlo.

Este último es el caso de la familia Arellano. Tras haber vivido durante 11 años en Chicago, y permanecido durante un año en Santuario, esto es, viviendo en un templo de esa ciudad para evitar ser detenida por los agentes de inmigración una vez girada su orden de deportación, Elvira Arellano decidió salir y fue entonces que la detuvieron. El arresto se hizo en Los Ángeles, en presencia de su hijo; Elvira fue llevada a Tijuana, en donde las cámaras de los medios mexicanos captaron la imagen de esta mujer saliendo sola, en medio de la noche y sólo con lo puesto, por la puerta trasera del país en el que dejó el trabajo de sus años productivos.

Hoy Saúl Arellano, de once años de edad, vive en Michoacán, en donde va a la escuela y trata de adaptarse a un país que lo ha acogido con cariño pero que aún le resulta extraño. Como los otros niños en su situación, Saúl no es bienvenido en las ceremonias oficiales estadounidenses, ni es invitado a agitar banderitas cuando llega Obama.

A diferencia de esos niños de los colegios para hijos de estadounidenses, si Saúl regresa a su país, no puede hacerlo con su madre. Y a diferencia de quienes aplauden a los presidentes caminando sobre alfombras rojas, lo que Saúl y los otros niños presentaron ante ambos gobiernos no fue un aplauso, sino un reclamo de que cualquier negociación entre naciones considere primero el bienestar de todos los niños con doble nacionalidad, independientemente del estatus migratorio de sus padres. Porque en las democracias, se supone, no existen ciudadanos de dos clases.

 

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Si orina usted en la calle, váyase de mi país

Posted on 11 marzo, 2009. Filed under: Eileen Truax -Los Ángeles | Etiquetas: , , , |

Eileen Truax/Los Ángeles

 

Tras la publicación en este espacio del caso del traslado de detenidos portando cadenas dirigido por el sheriff de Maricopa, Arizona, Joe Arpaio, algunas personas me preguntaron si esto era legal. Aunque las condiciones en las que el sheriff opera son cuestionables y por ello enfrenta cientos de demandas, legalmente Arpaio cuenta con las facultades para detener inmigrantes sospechosos de ser indocumentados, aun cuando esta actividad corresponde al ámbito federal.

La posibilidad de que las autoridades locales en Estados Unidos detengan a personas realizando estas tareas que son de competencia exclusiva de los agentes  de inmigración, se debe a un programa establecido durante la administración de George W. Bush conocido como el 287g. El objetivo de dicho programa era dar facultades a los departamentos de policía de los condados y las ciudades para detener y llevar a juicio a inmigrantes indocumentados que estuvieran bajo sospecha de haber cometido crímenes serios.

Escudándose en esta medida, comisarios, jefes de policía, alcaldes de derecha, e incluso algunas autoridades con tendencias claramente antiinmigrantes, como es el caso de Arpaio, se dedicaron a aterrorizar a la población indocumentada, particularmente a la latina, deteniéndolos con cualquier pretexto para revisar sus documentos y con ello llevarlos a un proceso de deportación, en medio de las airadas protestas de las organizaciones activistas y de defensa de los derechos humanos.

Sin embargo la semana pasada el propio gobierno federal, a través de su Oficina de Responsabilidad Gubernamental (GAO) reconoció lo que era un secreto a voces: que el Departamento de Seguridad Interna (DHS) no ha sido capaz de vigilar la correcta aplicación del 287g, lo que ha resultado en el arresto de miles de personas por faltas menores, tales como llevar un faro del auto fundido, conducir a exceso de velocidad u orinar en la calle. Estas acciones le han costado la deportación a miles de indocumentados.

Los autores del estudio realizado por la GAO a solicitud del Congreso, contactaron a 29 de las 67 agencias gubernamentales que participan en este programa. Los resultados señalan que durante el 2008 fueron arrestados 43 mil inmigrantes indocumentados, incluyendo a 34 mil que quedaron bajo custodia de las oficinas de inmigración. De ellos, 41% enfrentó procesos legales de deportación (es decir, quedaron detenidos o libres bajo fianza, según el caso particular, mientras un juez decide su caso; algunos de los detenidos de Arpaio están en esta situación); 44% aceptó su salida voluntaria del país, y 15% fueron liberados por razones humanitarias, que incluían factores como “la naturaleza menor del crimen cometido”.

Desde enero de 2006 el 287g ha arrestado a más de 79 mil individuos sospechosos de estar en el país sin documentos. Sin embargo el reporte, aduciendo a falta de información en la recolección de los datos, no señala cuántos de ellos efectivamente habrían sido sospechosos de cometer un delito grave. De las 29 agencias entrevistadas, la mitad reportó algún tipo de preocupación por parte de los miembros de la comunidad en torno a que el programa estaría resultando en intimidación y discriminación racial.

Con la publicación del reporte y la presión realizada por los grupos activistas, existe una posibilidad de que el 287g sea suspendido de manera definitiva o al menos temporal. Esto obedecería en parte a la citada presión, pero también al contexto económico: para el gobierno federal ha llegado el momento de evaluar el costo de detener a miles de personas que en realidad no constituyen un peligro para la sociedad, sumado al de las miles de demandas reproduciéndose por todo el país.

Más de 950 agentes estatales y locales, incluidos agentes de la Patrulla de Caminos y de los departamentos de policía y del Sheriff, han sido entrenados y certificados a través de este programa en 67 jurisdicciones que incluyen los estados de Alabama, Florida, Arizona y California. Para el año fiscal en curso, el Congreso destinó 54 millones de dólares para su operación.

Por cualquiera de estas razones, o por la suma de todas, la titular del DHS, Janet Napolitano, se encuentra realizando una “exhaustiva” revisión del programa. Pero mientras eso ocurre, las escenas de acoso y discriminación racial continúan repitiéndose. Para muestra, un reciente botón del “héroe” Arpaio. 

 

 

Actualización, 12 de marzo: Ayer el Departamento de Justicia estadounidense anunció que realiza una investigación federal en contra de Arpaio. Tras el anuncio conversé por teléfono con el sheriff, quien me dijo que está tan seguro de que está haciendo las cosas bien, que tras recibir la notificación del DOJ, arrestó a otros 25 inmigrantes indocumentados. 

La nota completa se puede leer haciendo click AQUÍ.

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El sheriff medieval de Maricopa

Posted on 11 febrero, 2009. Filed under: Eileen Truax -Los Ángeles | Etiquetas: , , |

Eileen Truax/Los Ángeles

 

Hace unas semanas, hablando de la intolerancia hacia los inmigrantes en Estados Unidos, mencioné en los comentarios de este espacio a Joe Arpaio, sheriff del condado de Maricopa, Arizona, del cual forma parte la ciudad de Phoenix.

Arpaio ocupa el cargo desde 1992. El tipo, hoy de 76 años, ha sostenido por más de quince una campaña en contra de los inmigrantes indocumentados del condado, con el objetivo de “erradicarlos”. Amante de la publicidad, Arpaio, quien se llama sí mismo “el sheriff más rudo de Estados Unidos”, ha hecho de esta tarea una persecución constante, misma que anuncia con orgullo, hasta el punto de haber participado en el programa de televisión “Sonríe, estás bajo arresto”, de la cadena Fox en donde, por supuesto, apareció arrestando inmigrantes.

Siendo Arizona un estado fronterizo con México y no muy avanzado en materia de derechos civiles, es en este territorio donde se ubica gran parte de las organizaciones antiinmigrantes, de las que se hacen llamar minutemen (vigilantes). Es por esto que Arpaio cuenta con una gran popularidad entre estos grupos y entre la cúpula de poder más conservadora, mayoritariamente blanca, que justifica las constantes violaciones a los derechos humanos en las que incurren sus agentes.

Contando con este apoyo, el sheriff se ha dedicado a entrenarlos para que acosen a la comunidad inmigrante, mayoritariamente latina, sin respetar los procedimientos legales que protegen a cualquier residente del país para evitar que una autoridad local realice las funciones de los agentes de inmigración. Las cosas han llegado a un punto en el que alguien con aspecto latino puede ir caminando por la calle y sin razón alguna los agentes lo detienen, le piden que se identifique y le piden que compruebe su residencia legal en el país. Si no puede hacerlo, lo llevan detenido para enfrentar un proceso de deportación.

En este contexto se inserta la última payasada de Arpaio. El miércoles 4 de febrero 220 inmigrantes indocumentados caminaron por las calles de Phoenix de dos en dos, todos atados a una larga cadena, portando humillantes trajes a rayas. Por debajo de los trajes rayados sobresalían prendas de ropa interior rosadas que el sheriff les ha impuesto con el fin de ridiculizarlos. Todos los detenidos eran hombres, y su peligrosidad radicaba en su habilidad para ingresar al país del norte, la mayoría de ellos buscando trabajar. No, no los delincuentes, los asesinos, los condenados a 50 años por homicidio, por delincuencia organizada; ellos no. Eran los inmigrantes que fueron detenidos por no contar con un papel cuando la “migra” les cayó encima; sólo quienes cuentan con esta característica fueron expuestos al escarnio público.

 

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Los reos estaban siendo trasladados a una instalación conocida como Tent Cit, una “brillante” idea impulsada hace cinco años por Arpaio. Dada la cantidad de detenidos por su administración, y aduciendo que estas personas no son estadounidenses, pero están “disfrutando” de servicios pagados con los impuestos de los ciudadanos, decidió inaugurar Tent City, o “la cuidad de las carpas”, una cárcel al aire libre establecida en 1993, donde los reos duermen en carpas similares a las que utiliza el ejército. El campo está rodeado por una reja electrificada. El lugar está destinado sólo a detenidos inmigrantes, muchos de los cuales se encuentran en la fase en la que apenas esperan a que se presenten cargos en su contra. Sin haber sido sentenciados, sin saber si son culpables o no, los detenidos viven al aire libre, vistiendo sólo la humillante ropa interior rosada que les asignó el sheriff.

 

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“Era un circo; él dio la orden y salieron los animales”, me dijo por teléfono Alfredo Gutiérrez, colega que está a cargo de la edición del sitio web La Frontera Times, y quien estuvo presente durante el traslado. “Pusieron a marchar a los indocumentados, 220 hombres que llevaban sus cobijas en las manos, encadenados de dos en dos, marchando por la calle Gibson. Son imágenes que no se veían en este país desde antes de la Guerra Civil”, relató.

Para el evento, el sheriff mandó llamar a los medios de comunicación, haciendo arreglos incluso para que los periodistas pudieran estacionarse y presenciar el numerito. A los inmigrantes les fueron colocadas cadenas al estilo conocido como “chain gang”, usadas durante los años de la esclavitud. En pleno siglo 21, Arpaio no niega la categoría que él mismo le da a la mano de obra inmigrante, que, por cierto, no deja de llegar a pesar de su “rudeza”.

Sin embargo el apoyo en el condado no es unánime para el sheriff. Entre los años 2004 y 2007 se presentaron cerca de 2 mil 700 demandas en su contra, tanto en cortes de Maricopa como en cortes federales, por violaciones a los derechos civiles y por detenciones realizadas fuera de la ley. En abril de 2008 el alcalde de la ciudad de Phoenix, Phil Gordon, presentó una solicitud formal ante el Departamento de Justicia y ante el FBI para que se investigue al sheriff por estos cargos.

Lo que es indignante es que Arpaio, una y otra vez, sigue contando con el apoyo de la gente para su reelección, 55% en la más reciente, realizada el pasado 4 de noviembre. El mismo día en que un país mayoritariamente votó por un afroamericano para llegar a la Casa Blanca, este hombre medieval contó con el apoyo popular para seguir tratando a los miembros de una minoría como esclavos.

 

*La página web de Televisa subió una fotogalería del traslado. Para verla, click AQUÍ

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Sin padre, sin madre, nomás con lo puesto

Posted on 28 noviembre, 2008. Filed under: Eileen Truax -Los Ángeles | Etiquetas: , , , |

Eileen Truax/Los Ángeles

 

Cualquiera se puede horrorizar con la imagen: niños de seis, de ocho, de once años, siendo detenidos en un país extraño, sin dominar el idioma, sin ninguna compañía, llevando nomás lo puesto. Criaturas que tras enfrentar un supuesto proceso de repatriación de Estados Unidos a México, son abandonadas apenas cruzan la frontera.

La historia de terror que de vez en cuando sale publicada en los periódicos está ocurriendo con más frecuencia de la que quisiéramos. Cada año son detenidos en Estados Unidos más de 40 mil niños indocumentados que se encuentran lejos de su país de origen solos, sin sus padres o sin un tutor a cargo de ellos. Si bien algunos buscan reunirse con sus familias, muchos de ellos tratan de llegar a Estados Unidos huyendo de la violencia en sus países, de la esclavitud sexual o de la pobreza. Pero en el proceso de detención y repatriación, estos niños en ocasiones enfrentan situaciones que no son mucho mejores de aquellas de las que buscan escapar.

Un reporte recién publicado por el Center for Public Policy Priorities (CPPP), titulado “Un niño solo y sin documentos”, ofrece una revisión al proceso por el cual los niños que se encuentran solos en Estados Unidos son detenidos, trasladados y repatriados, e identifica irregularidades que ponen en riesgo la integridad de los menores. En teoría, de acuerdo con los convenios internacionales, un menor de edad que es detenido indocumentado debe ser repatriado; es decir, al momento de ser devuelto a su país no puede ser simplemente dejado en territorio nacional, como se hace con los indocumentados que son deportados, sino que debe ser entregado a los padres, tutores, o a alguna autoridad.

Sin embargo el estudio de CPPP encontró que en este proceso las condiciones suelen ser altamente peligrosas para los menores. Con frecuencia son dejados del otro lado de la frontera en medio de la noche y en puntos que no constituyen puertos oficiales de entrada, sin ser entregados en custodia. Las repatriaciones con frecuencia se realizan sin considerar si el niño estará regresando a un entorno que ponga su vida en peligro.

Otro documento, éste publicado recientemente por un grupo de trabajo del Congreso mexicano, reporta que 90 mil niños de esta nacionalidad fueron deportados de Estados Unidos a México durante los primeros siete meses del 2008. De ellos, un 15%, cerca de 13 mil 500, se quedaron viviendo en la franja fronteriza del lado mexicano sin ningún tipo de protección gubernamental. Los que corren con mayor suerte son atendidos por instituciones religiosas o no gubernamentales.

Aunque las cifras de ambos reportes no cuadran del todo, quienes han denunciado el problema desde hace años coinciden en que los menores que quedan abandonados a su suerte se cuentan por millares; y aunque durante los últimos años el gobierno mexicano ha realizado esfuerzos notables para asegurar que los menores que llegan a México solos puedan ser recibidos adecuadamente y reintegrados a sus comunidades de origen, el problema rebasa las herramientas con las que se cuenta hasta hoy.

Si bien en los puertos de entrada concurridos la entrega formal de los menores a una autoridad suele ser la norma, todavía existen puntos en la frontera en los que las deportaciones ocurren sin regulación. Uriel González, coordinador de la Casa YMCA de Menores Migrantes en Tijuana, considera que el problema se registra en ciudades que por su ubicación geográfica o por su baja densidad demográfica no cuentan con organizaciones civiles o con programas para la atención de estos menores. El activista estima que de los más de 35 mil menores que cruzaron la frontera de Estados Unidos hacia México solos en 2007, entre un 50% y un 60% fueron atendidos entre los sistemas municipales y las organizaciones de la sociedad civil. El otro 40% queda a su suerte: entre 10 y 15 mil niños que no reciben atención debido a la falta de infraestructura o de redes de atención a menores migrantes.

En estas condiciones los menores se exponen a cualquier tipo de abuso, tanto por parte de las autoridades como de las redes de tráfico de personas o de explotación sexual infantil. Cuando llegan a pedir auxilio, no siempre hay quien se los dé a cambio de nada.

Otro problema es que muchos de estos chicos buscan llegar a Estados Unidos para trabajar, de manera que aunque sean recibidos en casas de migrantes, pronto escapan para intentar cruzar la frontera nuevamente. Recientemente se dio a conocer que de los menores repatriados por el estado de Sonora en 2007, 70% declaró haber migrado en busca de trabajo, principalmente en la agricultura, albañilería y construcción. En estas condiciones, es común que los chicos traten de cruzar otra vez a como dé lugar.

El estudio de CPPP citado al inicio de este artículo encontró que, además de las deficiencias en el proceso de repatriación, la autoridad estadounidense carece de lineamientos claros sobre los estándares mínimos bajo los cuales el menor debe ser tratado cuando es detenido. Los menores entrevistados en el estudio reportan maltrato por parte de autoridades de inmigración; falta de acceso a agua, comida, una cama y una cobija, ventilación adecuada o atención médica; negativa para tener contacto con la familia, traslado en condiciones inseguras y uso de esposas, entre otras. Un niño dijo haber estado encadenado a un baño en espera de ser transferido, mientras que varios dijeron haber sido víctimas de burlas por parte de los agentes. Con frecuencia los niños no tienen acceso a apoyo legal y no conocen sus derechos, además de que se les priva del contacto con su consulado.

Cuando los regresan a México muchos ya saben dónde localizar a un “pollero” que los cruce. En algunos casos los menores no tienen un punto de contacto en el norte; van porque saben que algún familiar está allá, pero carecen de los datos adecuados. Algunos, a sus quince, dieciséis, diecisiete años, ya están casados; la desesperación se duplica ante la necesidad de sostener a una familia. Pero el panorama no deja de ser aterrador, porque en todos los casos, siguen siendo niños, en un país extraño y viajando sólo con lo puesto.

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La vida en tránsito

Posted on 13 octubre, 2008. Filed under: Yolanda Yebra -Buenos Aires | Etiquetas: |

Por Yolanda Yebra / Buenos Aires

Nadine tenía prisa por llegar a un destino común: la vida. Tanto apuro tenía, que vino a este mundo en pleno tránsito donde nadie la esperaba, tan siquiera su madre, Rabat Ahmed: de camino entre Boston (Estados Unidos) y El Cairo (Egipto).

Su primera bocanada de aire estaba aderezada con oxígeno británico, el de un avión de British Airways que volaba a 700 kilómetros por hora cuando ella, viajera y sietemesina de nacimiento, decidió presentarse sin preámbulos. Luego, en tierra firme, vio el sol en el aeropuerto de Halifax, Canadá, donde la aeronave aterrizó de urgencia.

Como Nadine nació en el espacio aéreo canadiense, le concedieron esta ciudadanía; pero no vivirá en el país norteamericano, al menos de momento. Su madre también podría haberla naturalizado británica, por el pabellón de la aerolínea, pero la pequeña de año y medio tampoco reside en Gran Bretaña, sino en Egipto.

El especial caso de Nadine figura entre los 191 millones de individuos que residen fuera de su país natal (3% de la humanidad), la mayoría mujeres (51%). Si todos ellos integrasen un nuevo Estado, sería el sexto del mundo en cantidad de habitantes.

La mayoría de quienes salen de su terruño tienen la necesidad de hacerlo o se ven obligados a ello, como los emigrantes económicos y los refugiados. Otros muchos andan escondiéndose por todos los rincones viviendo sin ley. Y unos pocos son aventureros.

Buen número de profesionales también zigzaguea por doquier. Llevan la tarjeta de pasajero frecuente en una mano y el pasaporte desbordado de sellos en la otra. Hoy están aquí, mañana allá y consideran a la Tierra como a un solo país. Cada año protagonizan 131 millones de llegadas internacionales en viajes de negocios, apenas el 16% de los 900 millones de entradas fronterizas registradas por la Organización Mundial de Turismo. Entre estos profesionales se puede encontrar de todo: diplomáticos, directivos de empresas, corresponsales, deportistas, militares, estudiantes, científicos, músicos y demás. Para ellos, estar en movimiento es sinónimo de progreso laboral. La economía global los puso a caminar por razones menos ociosas que las de los turistas (430 millones de entradas fronterizas documentadas al año), o las de aquellos que visitan a amigos y parientes, peregrinan guiados por su fe religiosa, o se realizan tratamientos de salud en el exterior (225 millones de entradas anuales en conjunto).

A todos ellos los llaman “nómadas modernos”. La denominación incluye desde quienes exploran mundos ajenos y distantes enchufados a una computadora doméstica, hasta a los nuevos mercenarios; un ejército de Rambos de compañías de seguridad que operan como multinacionales, cotizan en bolsa y hacen el agosto desde los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos. Son reclutados por doquier para actuar en zonas en conflicto. Sólo en Irak hay 48.000 “soldados de fortuna”; peruanos, chilenos, australianos, alemanes y, por supuesto, estadounidenses, los mejor pagados (más de 6.000 dólares mensuales), entre otras nacionalidades.

Tanto ir i venir impulsa la industria de lo portátil. Desde la tradicional casa rodante, hasta la hinchable de bolsillo. Morralitos fotosensibles que almacenan energía solar y emiten luz cuando llega la noche. Comidas deshidratadas, mineralizadas y vitaminadas que multiplican su volumen con un vaso de agua. Tarjetas de crédito de todos los colores. Conexiones sin cable: telefonía celular, Internet, GPS, nettops y un largo etcétera.

Se trata de un mercado de artículos cada vez más minúsculos, multifuncionales y poderosos para esta época en la que todo tiende a ser transportable y wi-fi, por eso de no estar atados a nada.

Una dosis de realidad

A los “nómadas modernos” se les rodea de un halo de admiración, “por la comodidad de idealizar la facilidad de los viajes como signo siempre liberador, sin hacerse cargo de los muros que se multiplican, de los turistas latinoamericanos cada vez más rechazados en los aeropuertos europeos y estadounidenses, o de los que ni llegan porque se extravían en el mar o el desierto”, plantea el filósofo y antropólogo argentino Néstor García Canclini, director del Programa de Estudios sobre Cultura de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Para el autor de La globalización imaginada, entre una veintena de títulos, el nomadismo es “un OSPI, un objeto sociológicamente poco identificable”.

“Más que una teoría de la movilidad contemporánea, el nomadismo es una generalización inaplicable. Carece de sentido agrupar en el mismo paquete a turistas, migrantes documentados e indocumentados, perseguidos políticos o religiosos, o mochileros en busca de viajes iniciáticos,” alega.

Nómadas de los de verdad quedan pocos: 40 millones, entre los 6.600 millones habitantes del planeta, y la mayoría ya son seminómadas, concentrados en asentamientos urbanos pobres, debido a la industrialización, a la expoliación de los recursos naturales y a conflictos armados.

Los casos se presentan a la vuelta de la esquina: las selvas de Brasil, Ecuador, Perú y Colombia. En este país, las FARC y los paramilitares ya exterminaron a la mitad de los nómadas nukak, porque sus tierras albergan petróleo y son viables para el cultivo de coca y de palma, con la que se elabora biocombustible. El ejército incluso los ha bombardeado en persecuciones a la guerrilla.

En otros confines, millón y medio de tuaregs aún vagan por el desierto del Sahara, que abarca a Argelia, Libia, Níger, Mali y Burkina Fasso. Los beduinos de Medio Oriente, unos 4,5 millones, pululan por Arabia Saudita, Siria, Jordania e Iraq. En homenaje a su nomadismo, si el presidente libio Muanmar Khadafy visitara la Argentina se instalaría en jaimas (tiendas de campaña) en la finca de Olivos, como es su costumbre en los viajes de Estado.

El reverso de la idealización del nomadismo tiene una cara triste, la de los emigrantes indocumentados y forzosos, y otra tenebrosa, la de los criminales. Para estos últimos, el vaivén geográfico forma parte de una existencia más allá del bien y del mal, y como es sabido, actúan y se mueven de forma organizada: terroristas (11.000 sospechosos, según Interpol); contrabandistas, que dentro de la región son fuertes en la Triple Frontera; y narcotraficantes, cuyas redes controlan zonas limítrofes de México, Colombia, Afganistán, Pakistán y China, por citar unos ejemplos.

En el inventario de “nómadas” ajenos a la ley deben figurar los piratas de mar, que surcan las aguas saladas del Cuerno de África y del sureste asiático, sobre todo entre Indonesia y Malasia.

También debe incluirse a miles de fugitivos y a los traficantes de armas, como Víctor Bout, capturado este año en Tailandia por suministro de armas a las FARC. La historia de este “lobo solitario”, el mayor traficante de artefactos bélicos del mundo, poseedor de seis pasaportes, políglota en siete idiomas y conocedor del terror en África y Medio Oriente, inspiró la película “El señor de la guerra”, interpretada por Nicolas Cage.

Los tratantes de expatriados sin papeles no pueden quedar fuera de la lista negra. En la frontera con Estados Unidos, los “polleros” ganan 10.000 millones de dólares anuales con el trasiego de seres humanos. En el estrecho de Gibraltar, entre Marruecos y España, se embolsan 75 millones de euros por los africanos embarcados en cayucos de papel mojado.

Los migrantes económicos representan la mayoría de quienes residen en un país diferente del que los vio nacer. Son 170 millones, 40 millones de ellos sin documentos. Filipinos, norcoreanos y peruanos vuelan a Japón; mexicanos, guatemaltecos, salvadoreños, nicaragüenses y cubanos entran por centenares a diario en Estados Unidos; magrebíes, subsaharianos, latinoamericanos y eslavos protagonizan las nuevas oleadas en Europa.

Los países receptores ven el fenómeno como una especie de plaga. A España, puerta atlántica y mediterránea de la Unión Europea (UE), llegaron más de 50.300 inmigrantes de forma ilegal en 2007 y fueron repatriados 92 de cada cien.

“La UE era el lugar donde las fronteras no se ablandaban sólo para los capitales y las mercancías, sino también para las personas, mediante la ciudadanía común, y para la cultura, gracias a programas de intercambio educativo. Hubo propuestas para ocuparse de los detonantes de la migración, invirtiendo y creando trabajo en los países expulsores. Pero últimamente, sin saber cómo gestionar los conflictos interculturales, la UE endurece su aislamiento hacia los extranjeros”, advierte García Canclini.

De poco sirve ponerle puertas al viento. Migrar es tan natural y tan antiguo como la humanidad; tenemos más de 40.000 años de práctica en la materia. La peculiaridad es que ésta es la era de la movilidad, con pasajes de ida y vuelta emitidos al compás acelerado de la globalización y de los avances tecnológicos en comunicaciones. Es la era en la cual las fronteras son, más que nunca, líneas imaginarias sobre las que se levantan muros ineficaces, como el del corredor migratorio más transitado: el de EEUU-México, la nación con más paisanos fuera de casa (12 millones).

Corredores como el norteamericano y el de Ucrania-Rusia, el segundo más concurrido, son utilizados por miles de hombres, mujeres y niños en busca de una vida mejor. No siempre la encuentran y a muchos se les va la vida en el intento. Así les sucedió a Yaguine Koita y Fodé Tounkara, de 14 y 15 años, hallados muertos por congelamiento en el tren de aterrizaje de un Airbus que tomó tierra en Bruselas procedente de Guinea Conakry. Uno de los adolescentes empuñaba una carta en la que pedía socorro para el desarrollo y la pacificación de África. Su historia conmocionó al mundo un 2 de agosto de 1999, y las cifras de migrantes fallecidos siguen nutriendo las estadísticas y los cementerios.

Con solo tener en cuenta los 317.000 millones de dólares enviados en remesas en 2007, según el Banco Mundial, se vislumbra cómo el dinero traspasa las fronteras con mayor fluidez y seguridad que la mano de obra: a razón de 10.000 dólares por segundo. Una buena porción de ese pastel la producen latinoamericanos y caribeños: nada menos que 66.500 millones de dólares, según el Banco Interamericano de Desarrollo.

Para bien y para mal

Viajar en plan intensivo o expatriarse para siempre tiene un yin y un yang. “El desarraigo, relativizar el país en que nacimos, descubrir que hay otros modos de comer, enfermarse y curarse, amar y celebrar” son parte de la experiencia, comenta el antropólogo.

El impacto del “nomadismo” es diferente para quienes lo practican en pro de su desarrollo profesional, cuyas empresas actúan como redes de contención y cumplen un rol patriarcal, y para quienes salen por necesidad o para salvar su vida. En este último caso, son muchas las almas que deben sentirse como cuando uno llora a solas. El número de refugiados, incluidos los palestinos, trepa a 15 millones, tantos como apátridas. Y los solicitantes de asilo suman 740.000.

Cada cual percibe de manera diferente su nueva realidad, el choque cultural, las ilusiones y el estrés de la adaptación, la nostalgia y la curiosidad o la crisis de identidad que puede llegar con los años. Algunos idealizan lo que dejaron atrás, o lo critican hasta el hastío. A otros termina resultándoles extraño volver a su tierra. Todo depende de su personalidad y de su experiencia vital.

¿Cuánto se pierde y cuánto se gana? No se puede medir, sólo sentir. Todo cambia y muchos minimizan el impacto, aplazan el duelo de la pérdida y el estrés, para dedicarle toda su energía a la adaptación. Otros somatizan su dolor. Algunos pierden mucho, incluso a sus parejas y el entendimiento con los hijos criados en el país receptor. Y otros terminan en el aislamiento social, en la cerrazón de los guetos o, por el contrario, con la agenda llena de nuevas amistades, detallan la psiquiatra argentina María Poulisis y la chilena Graciela Bar.

Lo ideal, según Poulisis, es que el viajero “tenga ductilidad social, una percepción progresista, flexibilidad y capacidad para aprender idiomas.” Su mejor consejo: “que el emigrante se construya una nueva red de contención sin perder los viejos vínculos, y que la sociedad tome conciencia de lo que supone expatriarse.”

Cuando se emigra, es poco frecuente descubrir el Edén y sentirse ciudadano del mundo. Para Canclini “la ciudadanía mundial fue una hermosa utopía nacida con el iluminismo, cuando no había aviones, ni satélites, ni Internet.” Sin embargo, “necesitamos más que nunca elaborar nuestra convivencia internacional con la mayor apertura, y facilitar la participación como ciudadanos plenos de quienes comparten con nosotros el territorio.”

“La tolerancia –dice el filósofo– es una forma insuficiente, a menudo mezquina, de ejercer el relativismo, bien definida por aquel antropólogo según el cual era como decir: ‘Eres diferente, pero te perdono’. Entre tanto, quienes somos obligados a vivir en distintos países o lo hacemos por elección, haremos bien en luchar por la extensión más generosa de los derechos y tratar de tener varios pasaportes.”

© (Se autoriza la reproducción de este artículo siempre y cuando se mencione a la autora y a Mundo Abierto)

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López Obrador en Los Ángeles, o de cómo la lealtad de las bases se mide vendiendo DVDs.

Posted on 8 octubre, 2008. Filed under: Eileen Truax -Los Ángeles | Etiquetas: , , |

Eileen Truax/Los Ángeles

En el año 2005, cuando el proceso de desafuero en contra de Andrés Manuel López Obrador estaba a todo lo que daba, un grupo de mexicanos en California simpatizantes del político se organizó para apoyarlo desde acá. De pronto aparecieron en las defensas de algunos autos estampas que decían “No al desafuero”, financiadas por miembros de la comunidad, líderes, empresarios y hasta un cura. Desde Sacramento y San José hasta Los Ángeles se fue tejiendo una red que organizó protestas afuera de los consulados mexicanos para llamar la atención de los medios locales sobre lo que ocurría en México.

Una vez superado el episodio del desafuero, y con la popularidad de AMLO viento en popa, el siguiente paso para esta comunidad fue organizarse para participar en las elecciones presidenciales. Por primera vez en la historia, la elección de 2006 ofreció a los mexicanos viviendo fuera de su país la oportunidad de votar por el presidente. A pesar de las absurdas restricciones que puso el Congreso Mexicano al Instituto Federal Electoral (entre ellas contar con una credencial de elector que sólo se expide en México y a la cual, por razones obvias, no puede acceder la población migrante indocumentada), los mexicanos en California participaron activamente en el proceso haciendo campaña por López Obrador. Como hubo gente que quería votar por él y sí podía salir del país, pero no tenía credencial, algunos se organizaron para ir en caravanas hasta Tijuana a hacer la solicitud, y luego a recoger la credencial. Se armaron brigadas informativas que una o dos veces por semana se paraban afuera de los consulados para hablar del proyecto de López Obrador.

Por supuesto, en estas circunstancias, el acontecimiento más esperado era la visita del candidato. Los Ángeles es la segunda ciudad con más mexicanos en el mundo, sólo después de la Ciudad de México –sí, más que Guadalajara o Monterrey. Pero a pesar de las cifras, tradicionalmente la clase política mexicana siente cierto desprecio por los migrantes. No los toman en cuenta para la creación de políticas públicas, ni siquiera en el diseño de programas que supuestamente beneficiarán a los propios migrantes. Eso sí, el migrante existe en tiempos de crisis, cuando se le pide su apoyo económico, y en tiempos electorales, cuando se le pide su voto. En los últimos años algunos gobernadores han empezado a venir con frecuencia y a acercarse a sus migrantes; tal es el caso de la gobernadora de Zacatecas, Amalia García, quien visita el sur de California en promedio una vez al mes; pero esta es la excepción, no la regla.

Cuando López Obrador fue jefe de gobierno del Distrito Federal nunca se le ocurrió acercarse a los migrantes. En los cinco años que ocupó el cargo, ni una sola vez hubo el intento de hacer una visita a este México del norte, a pesar de que en el mismo periodo el D.F. llegó al quinto lugar entre los estados receptores de remesas.

En septiembre de 2005 empezó a correr el rumor de que López Obrador vendría a dar “El Grito” de independencia a Los Ángeles, presidiendo la tradicional ceremonia conmemorativa de la Independencia de México que se celebra en la ciudad de Huntington Park, en el condado de Los Ángeles, cuya población es 99% mexicana. Los integrantes de la red de apoyo de AMLO le mandaron a hacer una chamarra de mezclilla y piel con sus iniciales bordadas; ese sería su obsequio cuando llegara.

La visita se canceló debido a que en esas fechas se establecieron normas en la contienda electoral que impedían que los aspirantes a la presidencia hicieran proselitismo fuera de México. Aunque la visita de AMLO no sería un evento de campaña, sus asesores le recomendaron no viajar para evitar nuevos conflictos con la autoridad. La gente de este lado comprendió, y entonces empezó a organizar una caravana para ir a un acto de campaña que tendría López Obrador en Tijuana, el siguiente noviembre.

Manejando hasta 14 horas continuas, automóviles provenientes de San José, en el norte del estado, se sumaron a otros que partieron del Valle Central, y a los que viajaron desde Los Ángeles. Un grupo de unas 40 personas llegó hasta Tijuana con el entusiasmo a cuestas, y con la chamarra del obsequio. Explicaron a la gente del candidato quienes eran, asumiendo que los recordarían. El candidato no los pudo recibir. El equipo sólo permitió a uno de ellos que subiera durante un par de minutos al escenario a entregarle la chamarra. Aún así, los seguidores de Andrés Manuel no cabían en sí de la emoción por haber visto a su candidato.

Después del 2 julio, los mismos grupos armaron infinidad de eventos, protestas, reuniones informativas, denunciando las irregularidades registradas durante la elección. Dos años han pasado y estos grupos continúan difundiendo las actividades de López Obrador, quien a partir de su nombramiento como “presidente legítimo” recorre el país con el objetivo de visitar todos los lugares donde haya un mexicano. Todos excepto Los Ángeles, en donde hay un millón y medio de ellos.

De pronto un día se dio la noticia: López Obrador estaría en la ciudad. Con bombo y platillo se anunció que vendría un par de días acompañando al cineasta Luis Mandoki, quien presentó el documental “Fraude” en el festival de cine latino local. Las redes de apoyo a Andrés Manuel enviaron correos electrónicos y prepararon la recepción. A su llegada al aeropuerto lo estaban esperando para demostrarle su afecto, para tomarse la foto con él.

Los dos días siguientes López Obrador se dedicó a recorrer los medios de comunicación. El objetivo de su visita, dijo, era ayudar a Mandoki a promover el estreno comercial de “Fraude” a mediados de octubre, y la venta del mismo en DVD. El excandidato no se reunió con ningún grupo comunitario.

Durante su visita a las oficinas del periódico en el cual trabajo le pregunté las razones de su ausencia, lo cuestioné sobre su lejanía de la gente que lo ha apoyado, su falta de sensibilidad hacia este México que, además de dinero, manda su solidaridad y sus esperanzas a alguien como él. Me respondió que él nunca sale. Que durante el tiempo que fue jefe de gobierno no había podido venir porque estaba “ocupado”. Que a él no le gusta viajar al extranjero. Con gran decepción, lo vi no conmoverse ni un ápice cuando le conté fragmentos de lo que he relatado en este texto. Me dijo, viéndome a los ojos: “y esta vez, a lo que vine fue a promover la película, y espero que mucha gente la vea”.

Lo curioso es que sí, la gente la va a ver. Platiqué con algunos de quienes lo recibieron; los mismos que dos años después siguen coreando al interior del cine donde se proyecta “Fraude”: “Es un honor estar con Obrador”. Los mismos que, segura estoy, comprarán el DVD tan pronto salga a la venta.

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«Una bici, una play, una wii, mamá»: Madres Migrantes en Españ

Posted on 20 abril, 2008. Filed under: Catalina Gayà -Barcelona | Etiquetas: , |

Por Catalina Gayà / Barcelona

Me topé con el eslabón más triste, o mejor dicho viví este reportaje como uno de los más tristes que he escrito sobre inmigración. Ya sé que algunos dirán que peor es cruzar Centroamérica y México con 10 pesos o con nada en el bolsillo. Que más jodido es emprender una caminata suicida atravesando África y embarcarse en una patera para llegar a una sociedad hostil. Lo son; lo sé.

Aun así, confieso que yo viví las historias de las madres que tienen a sus hijos en su país y ellas trabajan en países ricos con muchísima tristeza. Mujeres rotas: con el corazón a un lado del mundo y con el cuerpo en el otro, en el mundo rico. Mujeres que con los años se sienten sólo cuentas corrientes para sus familias y unas desconocidas para unos hijos que sólo les reclaman cosas materiales: «Una bici, una play, una wii, mamá», y lo de mamá por costumbre.

Estuve una semana recorriendo locutorios en Barcelona. Siempre era lo mismo: una mujer con una tristeza que no le cabía en el cuerpo, mirada triste y marcas de haber llorado dentro de la cabina. Era una madre. Luego, el desahogo cuando empezaban a hablar conmigo. Más lágrimas y una historia de miedos, fuerza y pobreza.

En todo el mundo dos millones de mujeres emigran cada año dejando a sus hijos en sus países de origen. En España, residen 1.700.000 mujeres inmigrantes, con una media de 34 años, el 80% de ellas empleadas en servicio doméstico, el comercio y la hostelería y muchísimas sin papeles. Los expertos explican que en ciudades como Madrid y Barcelona las extranjeras se emplean en sectores rechazados por las autóctonas como, por ejemplo, en el sistema del servicio doméstico como internas (de planta). «Es la respuesta del estado-nación a una prospectiva de demanda laboral que siempre ha supuesto que dicha ocupación es un trabajo de mujeres», se lee en un artículo de Natalia Ribas, doctora en sociología y especialista en migración femenina.

El peso empieza en sus países. Su viaje fue acordado por consenso familiar: ellas trabajarían afuera porque para las mujeres es más fácil encontrar trabajo en la economía sumergida, los familiares (esposo, madre, hermanas) se quedarían con sus hijos y los criarían. Estarían tantos años fuera como hiciera falta para arreglar la casa y para que los hijos estudiaran o hasta que uno de sus hijas (siempre mujeres) las remplazara.

Estas mujeres acaban ocupando el papel que las mujeres han tenido tradicionalmente y que si no hubieran emigrado ocuparían, en parte, en sus países: cuidan a niños y a abuelos. «Yo me agarré a las dos niñitas que cuidaba como si fueran mi hijo. Lo acababa de dejar en Guayaquil con mis padres», explica Nancy. «Salimos para cuidar a niños y nosotros dejamos a los nuestros en nuestro país», dice Lybia María.

Contradicciones: la mujer en Europa busca espacios y esos lugares los ocupan otras mujeres que se encuentran en situación, la mayoría de las veces, de explotación. La sociedad o el Estado del Bienestar no es capaz de generar sustitutos sin tener que explotar a otros, a otras mujeres.

Aquí hay parte de las historias que publiqué en El Periódico de Catalunya. Salió un domingo y durante la semana siguiente, recorrí los locutorios para dejar ejemplares. Los que me conocen saben que yo soy bien vaga para eso, pero esta vez no pude no hacerlo.

UNA HISTORIA, UNA CABINA. En la cabina 5 está Nancy Ramos enganchada a un teléfono del locutorio desde hace 20 minutos y discutiendo con su madre el tiempo que el hijo de Nancy, Simon Jesús, debe jugar con la playstation ahora que está de vacaciones. Su madre, Dora, y su hijo están en Ecuador; Nancy vive en L’Hospitalet y lleva físicamente separada de su hijo dos años. A su lado, en la cabina 6, una mujer boliviana intenta explicarle a alguien que los 50 dólares que envió eran para comprar un regalo para su hijo y no para malgastarlos. «¡Es su cumpleaños!», grita al auricular. La mujer de la cabina 6 empieza a llorar con desespero. En la 5, a Nancy también le resbalan las lágrimas. Simon Jesús hoy no está muy hablador. Tiene 5 años y le dice a su mamá que quiere jugar a la play. Nancy sabe que «es normal», pero eso no quita lo triste. Hoy le ha dicho: que se portara bien, que hiciera caso a la abuela, que si se tomaba las vitaminas de naranja, que lo llamaba mañana. El niño ya se había escapado. El locutorio de L’Hospitalet se llena poco a poco de mujeres que acuden a hablar con sus hijos. En España, son las 20.00 horas, en Ecuador, las 13.00. En Bolivia y Paraguay, las 14.00. En Colombia, las 13.00.

Lo primero que mira Lybia María cada vez que cambia de trabajo -y ya ha pasado por varias casas cuidando ancianos y niños– es si en el barrio hay locutorios. Desde el martes, trabaja interna en una casa cuidando a un anciano en la zona de Sant Adrià. Está contenta: hay locutorios cerca de la casa porque es un barrio más popular. Hace unos meses trabajaba en La Bonanova -un barrio de clase alta– y buscar cada noche un locutorio desde donde poder llamar a sus dos hijas en Colombia era una larga excursión. Claro que no dejaba de llamar religiosamente entre las 19.00 y las 20.00 horas. Escuchar a Daniela, de 11 años, y Alejandra, de 15, le da fuerza para seguir en España. Por ellas está aquí; es a ellas a las que manda el dinero para que «no les falte de nada y puedan tener una buena educación en Colombia».

Nancy Ramos y María Lybia son madres transoceánicas. Trabajan en España, pero tienen sus hijos al otro lado, en sus países natales. Esa hora, media hora, a veces 15 minutos y otras veces hasta dos horas que pasan en el locutorio les permite seguir ejerciendo de madres a la distancia. Algunas como Argentina, de Santo Domingo, dejaron a sus bebés hace nueve años; otras como Gloria, de Paraguay, hace solo ocho meses. Todas están convencidas de que ellas tienen que estar aquí, en Europa, para darles una mejor educación a sus hijos allá. Aseguran que eso solo se consigue enviando dinero a sus países y aunque consideran la posibilidad de traerlos lo ven como algo lejano, muy lejano. Mantener el contacto con los suyos es la única manera de seguir presentes y eso lo hacen a través de los locutorios. El mensaje electrónico es frío; el teléfono es la mejor vía y el locutorio, lo más barato.

Lybia María tiene 42 años y cada mes manda entre 600 y 700 euros a Colombia. Así mantiene a su esposo, que gana el equivalente a 6 euros por cada jornada de 16 horas de trabajo, y puede educar a sus dos hijas. Nancy tuvo a su niño en España, pero aquí no podía educarlo. Madre soltera y extranjera no le daban ni el sueldo ni las horas para poder estar con su hijo. Lo llevó con su madre, pero habla de él como si supiera que hace cinco minutos hubiera bostezado. En Guayaquil, pusieron una foto enorme de ella en el salón. Simón Jesús sabe que la de la foto es su mamá que está en España trabajando.

Nora Rodríguez, pedagoga y autora de Educar desde el locutorio. Ayuda a tus hijos que sigan creciendo contigo, explica que lo primero que la sociedad y estas madres deben aprender es que «no hay un único modo de vivir en familia». «La madre sigue educando desde la distancia y ellas mismas sacan unas fortalezas que desconocían y que por haber dejado a sus hijos se elevan», explica. Para Rodríguez, lo más importante es que no pierdan ni el vínculo ni el apego y que no se conviertan en papá Noel, es decir, ni solo les envíen regalos ni les pinten un panorama en el aquí todo es un paraíso. Lybia María lo tiene claro. «Durante los dos años que llevo aquí, yo les soy sincera les digo que trabajo muchas horas y que no es fácil. A veces, me gustaría que mi marido me dijera que me necesita a su lado, pero eso no es posible», dicen.

«Me pierdo el ver crecer a mis hijas. La pequeña me dice que está creciendo y eso yo no lo veo. No sé si vale la pena», dice.

EL DESAHOGO. La voz ha corrido. Al empezar el reportaje, acudí a varias asociaciones de mujeres inmigrantes para que nos pusieran en contacto con madres transoceánicas. Desde las asociaciones, pasaron el reclamo. Mi teléfono empezó a sonar. Algunas mujeres solo llamaban para decir que ellas también han tenido que venir a España sin sus hijos y que no se sienten bien por ello, pero que no han tenido más remedio y que esto no las hace «malas madres». «Lo hago por mis hijos para que tengan una mejor educación», dicen. Una mujer anónima explicaba que sus hijos solo la ven como una fuente de dinero y que solo le piden cosas. Otra decía que ella no se podría haber ido sin sus hijos. Nada más.

En los locutorios, si una mujer hablaba, las otras empezaban. En algún momento, todas lloraban. Argentina es de Santo Domingo hace tres años que no viaja a su país, donde dejó a tres hijos. Ahora ya es abuela y acude a hablar con su familia desde un locutorio cercano al mercado de Santa Caterina Está convencida que allá estaba mejor que acá, pero no sabe cómo arreglarlo porque la familia necesita el dinero. Llama cada semana y dice casi no puede hablar con sus hijos porque cuando se ponen al auricular no para de llorar. «Les digo que los quiero mucho y que se cuiden. Ellos están con su papá y con su abuela paterna. Quizá si hubiera estada allá, ahora no sería abuela, ¿quién sabe?», se pregunta.

Gloria es paraguaya y saca la foto de su niña de seis años muy bien guardada en un sobre blanco dentro de su bolsa. La dejó hace ocho meses y no puede hablar porque las lágrimas le tapan las palabras. «Lo hice por ella. Ella no quería, pero qué remedio tenía. La dejé con mis padres. Ella está bien», afirma. Su hermana la consuela. En cada cabina se vive una historia. «La mayoría vienen los fines de semana. Muchas salen llorando por eso se nota que tienen hijos allá», dice el dueño de un locutorio en la calle de Sant Pau, en el Raval. De lejos, detecta a las madres. Sabe quién entra a hablar con sus hijos y quién no y hasta las conoce. Nancy ha pasado tantas horas en el locutorio que en uno de tantos conoció a su pareja. «A veces me gustaría que mi marido me dijera que me necesita a su lado, pero no se puede. Vas a escribir una historia triste, pero es que nuestra historia es triste», dice Lybia mientras chatea con su hija y su marido.

El reportaje acabó. Unos días después Lybia me dijo que era la primera vez que les daban voz y que así la gente sabría que no solo sirven para trabajar. Una de las presentadoras de una emisora latina en Barcelona me dijo que ahora faltaba la otra parte: la de los hijos que se quedan allá. Los mayores, como era su caso, se asumen como adultos y crían a sus hermanos.

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